La primera infancia es un período clave en la historia de cada niño y genera huellas relevantes para su trayectoria personal y educación futura. Es la etapa en donde se sientan las bases del desarrollo cognitivo, emocional y social que dan lugar a la estructuración de la personalidad de los sujetos.

El nivel inicial, desde una finalidad esencialmente pedagógica, promueve el aprendizaje constante de saberes que permiten acrecentar el campo cultural de los niños a fin de que puedan desenvolverse dentro de la vida social, recuperando aprendizajes previos y promoviendo la construcción de nuevos conocimientos que se profundizan a lo largo de la trayectoria educativa.

Por lo tanto, se considera fundamental el paso del niño por el nivel inicial. Es importante que se constituya en una oportunidad única de transitar una variedad de experiencias en las que pueda problematizar la realidad, explorar soluciones, ensayar respuestas, compartir, cooperar, pensar y hacer con otros, habilitando modos de conocer y de vincularse con el conocimiento y con los otros que se seguirán desarrollando a lo largo de su trayectoria.

El juego se despliega como la actividad central, con el propósito de potenciar así el desarrollo cognitivo, afectivo, estético, corporal y social de los niños. Por lo tanto, jugar y aprender aparecen como 2 conceptos inseparables al pensar y hacer la educación en el jardín de infantes.

Cuando hablamos de alfabetizarse para aprender, se toma desde el sentido amplio el concepto de alfabetización cultural, donde el jardín de infantes propone la introducción a mundos simbólicos y materiales que condensan práctica sociales y culturales diversas (prácticas sociales de hablar y escuchar/ leer y escribir/ producciones artísticas desde distintos lenguajes/ producciones literarias/ etc) para que puedan expresar su emociones, sentimientos, pensamientos de manera autónoma, precisa y significativa.

PROPÓSITOS

DEL ESTUDIANTE

Anunciar a Jesucristo y proponerlo a nuestros alumnos de manera vivencial y significativa.

Educar en la vinculación entre vida personal y participación comunitaria en la parroquia, iniciándolos en la participación litúrgica.

Favorecer el desarrollo de capacidades cognitivas y socioemocionales, generando confianza y autonomía a través de variadas experiencias que ayuden al desarrollo integral del niño.

Generar vínculos de afecto y confianza que les brinden seguridad en sus posibilidades y deseos de aprender.

Asegurar la enseñanza de conocimientos socialmente significativos que amplíen y profundicen sus experiencias sociales extraescolares, fomentando nuevos aprendizajes.

Favorecer el desarrollo de capacidades de comunicación y expresión a través de diferentes lenguajes verbales y no verbales.

Ofrecer oportunidades de desarrollo de su capacidad creativa, del placer por explorar y conocer, y de la participación en actividades artísticas.

Favorecer la apropiación de saberes vinculados con las prácticas corporales para garantizar la construcción de la corporeidad y la motricidad.

Promover actitudes de solidaridad, cuidado de sí y de los otros, disposición al diálogo y a la resolución cooperativa de los problemas.

Promover el reconocimiento de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) como elementos integrados en los ámbitos de la cultura escolar y las realidades de la comunidad.

DE LA FAMILIA

Crear un ambiente de comunidad educativa animada por el espíritu evangélico.

Integrar en la tarea educativa a los adultos responsables de cada niño, propiciando una comunicación fluida, diálogos constructivos y respeto mutuo; en la búsqueda de criterios compartidos para la crianza y la tarea escolar.

Generar canales de comunicación con sólidos fundamentos de las decisiones institucionales que favorezcan la trayectoria formativa de los niños.

Estrechar vínculos con las familias a través de espacios reales de participación, en función de los propósitos formativos del jardín.