“Lograr que la escuela sea un lugar privilegiado para la evangelización es, propósito inicial, tarea y razón de ser de la función del equipo directivo de una escuela diocesana y parroquial.”

Este colegio fue fundado por la comunidad parroquial de Santiago Apóstol, con la pertinente autorización de Monseñor Doctor Miguel Raspanti, para que sea un servicio de la parroquia a las necesidades educacionales y catequísticas de los hijos de las familias de la parroquia; también, como instrumento evangelizador y catequístico para los niños de los barrios que constituían la parroquia en esos tiempos (todo Haedo norte), conforme con los criterios pastorales del mismo Mons. Raspanti. La tarea fue asumida por la comunidad parroquial, presidida y animada por el R.P. Fabio Bau C.S., con el visto bueno de la Congregación de la Pía Sociedad de los Misioneros de San Carlos Borromeo, que aceptaron, junto con el servicio brindado desde la Parroquia Santiago Apóstol, acompañar el estilo pastoral de la iglesia diocesana, ya que el sr. obispo había confiado el servicio pastoral de la parroquia, porción de esta iglesia diocesana, a dicha Pía Sociedad. El colegio parroquial tuvo su incipiente, pero firme nacimiento, el 21 de abril de 1960 con la apertura del jardín de infantes Peter Pan, del que fue su directora y cofundadora la señora Laonarda de Folgueira. En 1961, se contaba ya con tres aulas para la sección primaria y se aprobó el actual nombre, San Carlos Borromeo. En 1968, inició sus actividades el nivel secundario. En noviembre de 2005, el Obispado de Morón vuelve a asumir la responsabilidad pastoral de la parroquia y por tanto, del colegio. A partir del inicio del ciclo lectivo del año 2006 comienza una nueva etapa que a la fecha se mantiene.

EL COLEGIO PARROQUIAL

Nos definimos y reconocemos colegio católico, cuya primera misión es proclamar el esplendor de la verdad, que encuentra su máxima y cabal expresión en la persona de Jesucristo.
Por tanto este colegio existe y tiene razón de ser por y para anunciar el evangelio y reflejarlo en su accionar. Desde esta perspectiva, crear un ambiente de comunidad educativa animada por el espíritu evangélico de amor a la verdad. Cooperar para que sus integrantes alcancen la verdadera libertad de los hijos de Dios y puedan amar con amor de caridad que es la expresión suprema del amor. El colegio quiere trabajar desde la educación para la integración eclesial en la comunidad de la parroquia, primer signo visible de que somos colegio católico; y en la diócesis, lo que nos garantiza nuestra identidad de comunidad católica, es decir, en total comunión con el sucesor de Pedro, por lo cual tenemos y participamos de la plenitud de los medios de la salvación y redención obradas por Jesucristo, divino maestro.

Tenemos plena conciencia de que la educación es tarea, y lo es sublime, ya que es colaborar con el hombre (niño, adolescente, joven, etc.) para que cada persona asuma y se haga responsable de su propio proyecto de vida (el designio de Dios sobre el hombre). Por tanto, colaborar para que cada hombre pueda:

  • Realizarse como persona, ser trascendente (hijo de Dios, hermano de Cristo, templo del Espíritu Santo; a quien se le confía el bien que es el mundo en el que vivimos).
  • Realizarse como persona que necesita de la realidad comunitaria; miembro de la comunidad de personas, en la familia, en la sociedad civil y la comunión eclesial.
  • Conocer, asumir y responder a su fin último (existencial); vivir en comunión con Dios que es la verdad, la belleza y el bien por antonomasia.

LA COMUNIDAD EDUCATIVA

“Toda la Iglesia crece en santidad comunitaria y misionera gracias a la misión cotidiana de cada madre o padre de familia, a la tarea incesante de catequistas, maestros, misioneros...”

“Conversión pastoral y renovación misionera de las comunidades. Es firme la decisión misionera que debe impregnar todas las estructuras eclesiales... parroquias... y de cualquier institución (colegios parroquiales y congregacionales). Ninguna comunidad debe excusarse de entrar decididamente, con todas sus fuerzas, en los procesos constantes de renovación misionera, y de abandonar las estructuras caducas que ya no favorezcan la transmisión de la fe.”

Toda persona que integre, y las que ya integran, el colegio parroquial, esta institución católica, (sacerdote, representante legal, personal directivo, docente, maestranza, portería, administrativos, alumnos y los padres de éstos) es parte del servicio y el proceso educativo, evangelizador y misionero; nadie puede excusarse de entrar decididamente en este proceso educativo – evangelizador; cada uno, desde el lugar que le toca ocupar, está llamado a brindar los aportes necesarios en bien de nuestros alumnos, que son los destinatarios de nuestra tarea y para quienes existimos por amor de Cristo, amor a Cristo, y como colegio de la iglesia.

Es fundamental dar el ejemplo de vida ciudadana a favor del bien común de la nación; de ciudadanos honestos, responsables de nuestros actos y comprometidos con el ser de la nación, y en el obrar por el auténtico bien y progreso integral de nuestra patria: la Argentina. Para que nuestros alumnos logren vivir desde su corazón la identidad católica y argentina, queremos que se internalice en ellos la esencia católica y argentina, por su propia identidad, su auténtica felicidad, y el bien común de la nación y el pueblo argentino.

Somos colegio de la iglesia, somos comunidad eclesial, manifestación de la vida de la parroquia, por tanto nuestra opción es la de Jesucristo: los pobres, los que no saben, los sufrientes, los niños y adolescentes con capacidades diferentes. Complementan la aplicación de este ideario, los requisitos y las condiciones para ser designado docente y para ser designado miembro del consejo de educación parroquial, es decir, directivo.

OBJETIVOS INSTITUCIONALES

Las instituciones de la Iglesia “existen para transmitir la Fe; (...) esta misma Fe, deberá engendrar modelos culturales alternativos, para la sociedad actual. Los cristianos, con los talentos que han recibido, talentos apropiados, deberán ser creativos en sus campos de actuación: el mundo de la cultura, de la política, de la opinión pública, del arte y de la ciencia.”

El colegio parroquial San Carlos Borromeo se propone como objetivo la formación integral, humana y cristiana de sus alumnos. Una formación entendida de esta manera incluye:

  • Anunciar a Jesucristo y proponerlo a nuestros alumnos, para que adhieran libremente a su persona y lo incorporen a su proyecto de vida. La dinámica de la vida sobrenatural desarrolla al hombre como imagen y semejanza de Dios viviendo las virtudes teologales: fe, esperanza y caridad. La formación religiosa debe inspirar y coronar toda la tarea educativa. El colegio se compromete a formar a los alumnos en la doctrina y el espíritu del cristianismo y en la fidelidad al supremo magisterio de la iglesia católica.
  • La educación moral, que consiste en el crecimiento permanente en las virtudes cardinales o humanas (prudencia, justicia, fortaleza y templanza), y sociales.
  • Educar para que nuestros alumnos sean cristianos comprometidos con la fe; buenos y honestos ciudadanos. Que por este compromiso de fe sean capaces de sumarse a la vida de la comunidad parroquial, participen de las iniciativas evangelizadoras, caritativas y de promoción humana de la comunidad cristiana concreta. Que sean creativos para hacer surgir nuevos emprendimientos solidarios.
  • Estimular, favorecer y potenciar la inteligencia y la voluntad con la que Dios ha dotado a cada uno de nuestros alumnos, para facilitar y promover todo aprendizaje integral e integrador que sea para su bien y el bien de la comunidad. La formación de la inteligencia debe despertar y desarrollar al máximo la capacidad de cada uno. Cultivar la orientación de la vida afectiva y el desarrollo armónico de la sociabilidad.
  • Privilegiar la coherencia entre fe y razón, entre religión (esencial a la persona humana) y ciencia; favoreciendo el diálogo entre fe y razón, entre la religión revelada por Cristo y las ciencias humanas legítimas. La inspiración cristiana de toda la acción educativa no disminuye en nada la importancia y la recta autonomía de las diversas disciplinas humanas. Por el contrario, todo aquello que constituye un verdadero valor, debe ser reconocido como tal y promovido a su plena realización por una auténtica educación cristiana.
  • La atención personal al alumno es no sólo el método más eficaz para educar, sino el fruto de una convicción interior que debe animar toda la vida y las actitudes de los docentes.
  • La clave del éxito de la enseñanza es saber despertar el entusiasmo de los alumnos en el descubrimiento y la contemplación de la verdad, en el compromiso personal con los auténticos valores, en la admiración de la belleza.
  • La disciplina del colegio es no sólo condición para desarrollar con orden y fruto la enseñanza y aprendizaje, sino también una escuela de virtudes para la vida; nos enseña el orden de nuestro trabajo, el respeto por los demás, el sentido de la jerarquía.
  • Educar en la vinculación entre vida personal y participación comunitaria en la parroquia, ya que sin esto la vida de fe no rinde todos sus frutos. Esto conlleva una correcta participación litúrgica, una auténtica vida sacramental.
  • Educar en el diálogo que tiene por base la verdad, respetando la verdad, y a cada persona; por tanto, la base del diálogo es la verdad objetiva, liberando a todos quienes formamos la comunidad del colegio parroquial del subjetivismo relativista, que atenta contra la verdad, la persona humana, el diálogo y la búsqueda del bien mayor.

 

Todo este ideario se compendia perfectamente en el lema del colegio parroquial San Carlos Borromeo, para todos sus niveles: La caridad es el triunfo de la verdad.

LA VISIÓN

Es evidente, que la visión del colegio parroquial sobre el hombre, (por tanto la visión de cada alumno, docente, etc.) es la visión que Jesucristo reveló a su iglesia. La visión de hombre del colegio de la parroquia es la de la iglesia católica: humanista y cristiana; cada alumno es persona humana, creada por Dios a su imagen y semejanza; es persona única e irrepetible, con vocación divina y destino trascendente.

Como toda persona humana, su vida es sagrada desde el instante de su concepción hasta la muerte por causas naturales.

La vida es el primero de los derechos humanos, por eso la promovemos y defendemos, para que crezca en la libertad propia de los hijos de Dios; asimismo promovemos el amor y el respeto por la propia persona y por el prójimo. Buscando ante todo la verdad, para alcanzar la justicia en todas sus dimensiones y el compromiso personal y comunitario con el bien común.

LOS VALORES

“El Espíritu Santo que nos anima, es el mismo que impulsó a Jesús”

La comunidad educativa parroquial se sabe heredera de los valores propuestos y encarnados, desde su fundación y origen, por las pautas recibidas de monseñor Miguel Raspanti, y gracias al servicio que prestaron los Misioneros de San Carlos.

Nos sabemos comunidad – comunidad eclesial educativa – por lo tanto, nos urge seguir creciendo, primero en virtudes y, en consecuencia, en valores (humanistas y cristianos), algunos de los cuales ya han sido adquiridos o fueron heredados, pero también nos apremian Cristo y la realidad cotidiana, luego, debemos ejercitarnos en virtudes y valores que aún nos falten. Somos comunidad de personas y eso nos hace realidad viva, que debe seguir creciendo a la medida de Cristo, y llegar a la plenitud en el mismo Cristo. Somos ámbito de comunión; todos debemos integrarnos, cada uno en el sitio y rol que le corresponda, adhiriendo y compartiendo el mismo proyecto.

Aspiramos a dar testimonio de Jesucristo, por eso queremos ser comunidad eclesial, orante, eucarística, servidora, solidaria, comunidad de discípulos misioneros; por eso intentamos superar todo tipo y clase de individualismos.

Como comunidad, entonces, queremos tener el criterio de Cristo y su Iglesia para la vida, la persona humana, la familia, la comunidad, la educación, etc. Esto implica que, cada uno desde su lugar y su rol, respetando el de los otros miembros de la comunidad, aporte para el bien común, implemente caminos de diálogo, profundice la capacidad de autocrítica, intente, lo más posible, ser coherente con los objetivos propuestos, ahondando la capacidad de reflexión; reflexión desde el Evangelio y la doctrina de la Iglesia.

LA MISIÓN

"Vayan por todo el mundo, anuncien el Evangelio (...) y enséñenles todo lo que Yo les he enseñado."

Nuestra misión es la misma que Jesucristo confió a la Iglesia; somos porción de la iglesia diocesana por ser Colegio de la Parroquia, por tal razón y motivo, nuestra misión no puede ser distinta.

Esta misión se hace realidad desde el servicio educativo, humanista y cristiano; intenta formar y educar, no sólo personas de bien, sino hombres que se dejen guiar por la recta razón, guiar por el Evangelio, haciéndose, por opción, ciudadanos honestos y prudentes, que busquen el bien común; cristianos fieles a Cristo y a la Iglesia para poder transformar desde los principios de un sano humanismo y desde el espíritu evangélico, la realidad que les toque vivir, asumir y afrontar.

Educamos y formamos al hombre en su totalidad, brindando ciencia y técnica para la inteligencia, y las virtudes para la voluntad; las herramientas necesarias para que cada alumno tenga el criterio necesario para poder optar por una sana y recta conciencia, la que lo llevará a construir la verdadera felicidad, que no es otra cosa que la santidad.

“La santidad se vive especialmente cuando procuramos evangelizar, en medio de las actividades y ocupaciones de cada día. El Espíritu Santo, a través de la Santa Iglesia, suscita en cada fiel un anhelo de santidad, un fuerte deseo de renovación personal que no sólo se alimenta en la oración, sino también en la misión cotidiana”.

“La educación sistemática es un campo privilegiado para promover la evangelización de la cultura y la inculturación del Evangelio.”